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La presencia de claims como “Natural”, “Orgánico”, “Bio” o “Sostenible” está en un constante aumento en el mercado cosmético desde hace unos años. Pero la falta de legislación para definir claramente a cada uno de estos conceptos crea confusión no solamente entre los consumidores, pero también entre los fabricantes.
Algunos de estos términos hacen referencia a una serie de características que tienen que ver con el producto, como los ingredientes con los que está formulado o procesos de fabricación. Otros, en cambio, son bastante generalistas.
Aunque la regulación europea aún está predeterminando qué es qué, la percepción subjetiva del consumidor sobre estos conceptos está clara: los vinculada positivamente con su salud y con el medioambiente.
Conocer la diferencia entre estos claims no solo te va a ayudar a aplicarlos en tu producto, sino también a aprovechar este conocimiento en tu propio consumo. Aunque cada uno de estos términos se merece un artículo exclusivo, aquí te damos unas pautas generales para diferenciar las diferentes definiciones.
Producto “Sostenible”
No existe al día de hoy una definición clara de un cosmético sostenible. Podemos decir, que un producto sostenible es aquel que responde a las necesidades del cliente, respetando a la vez las tres vertientes principales: la medioambiental, la social y la económica.
Cuando hablamos de la vertiente medioambiental, nos referimos a que un producto ha sido fabricado en base a unos parámetros respetuosos con el medioambiente. Aquí podemos hablar por ejemplo de una cuidadosa elección del origen de las materias primas, teniendo en cuenta las consecuencias de su extracción de la naturaleza, su cultivo, pero también su transporte, proceso de fabricación del producto final, su uso y su post-uso (el impacto de los residuos restantes en el medio ambiente).
Las vertientes económica y social podrían hacer referencia, por ejemplo, a los métodos de producción o a la repartición equitativa de los beneficios que se obtienen de la explotación de un bien genético natural. Así, la producción a partir de las materias primas cultivadas en una región cercana al fabricante, aparte de claros efectos económicos puede aportar también otros, como el fomento de la existencia de pequeños agricultores respetuosos con el medio ambiente, cultivo de plantas en peligro de extinción en la zona, o incluso el efecto positivo que podrían tener las flores de la planta cultivada en las poblaciones locales de abejas.
Como ves, un “producto sostenible” engloba varios aspectos, con el eje principal de cubrir las necesidades del cliente (y el fabricante) hoy, sin comprometer las posibilidades para atender sus propias necesidades de las generaciones futuras, tanto de humanos como del resto de las especies en la Tierra.
Producto “Natural”
Por ahora, no se ha establecido un criterio por parte del legislador para definir un cosmético como “natural”. Ante la falta de una definición clara y la general confusión tanto entre los consumidores como fabricantes hasta hace poco, surgió la norma ISO que aporta las definiciones técnicas para estos productos. Así, según la ISO 16128 los ingredientes cosméticos naturales son los obtenidos solo de fuentes naturales: plantas, hongos, algas, animales, microorganismos o minerales. Se incluyen los ingredientes obtenidos de reacciones de fermentación que ocurren en la naturaleza y conducen a moléculas que ocurren en la naturaleza, sin modificación química intencional. Los ingredientes obtenidos de los combustibles fósiles están excluidos de esta definición.
La norma aporta también la metodología para establecer un valor numérico o un grado de cumplimiento de la definición de “natural” o “de origen natural” por nuestro producto.
Conviene remarcar que, aunque algunos cosméticos “naturales” son descritos por sus fabricantes como más seguros, e incluso están percibidos de esta manera por muchos consumidores, en realidad las regulaciones cosméticas vigentes exigen garantizar la seguridad para la salud humana por todos los productos cosméticos, “naturales” o no.
Producto “Orgánico”, “BIO” y “ECO”
Los tres adjetivos usados en algunos productos cosméticos: ecológico, biológico y orgánico son prácticamente sinónimos. La prevalencia de estos términos varía entre países: en España es más popular el término “ecológico”, en Francia o Alemania se utiliza más el término “biológico”, y en Estados Unidos o Reino Unido se popularizó el “orgánico”.
La norma ISO 16128 mencionada antes aborda también la definición de ingredientes “orgánicos” como los obtenido a partir de agricultura ecológica o que ha crecido de forma natural y sin el uso de fertilizantes o pesticidas. Se asume que un ingrediente orgánico cumple con la definición de “natural” que presentamos en el punto anterior (aunque no todo el producto “natural” será “orgánico”).
De manera parecida, la principal característica de la cosmética ecológica es que utiliza ingredientes que, además de ser naturales, se han producido siguiendo los criterios para la agricultura ecológica que establece el Reglamento Europeo u otras normas equivalentes de otros países para la producción ecológica: utilización óptima de los recursos naturales sin emplear productos químicos de síntesis u organismos genéticamente modificados (OGM) ni para abono ni para combatir las plagas.
También en caso de estos claims lidiamos con la ausencia de legislación, pero sí contamos con numerosas certificaciones privadas que avalan el uso de cada uno. Cada organismo certificador tiene establecidos sus propios criterios de exigencia para los productos cosméticos y, en consecuencia, algunos organismos tienen criterios más estrictos que otros. Entre los diferentes organismos certificadores podemos mencionar EcoCert, BioVidaSana, Cosmos, Natrue, o certificaciones de Cosmebio, que abordaremos en nuestros futuros artículos.
Conclusiones
Como pudiste ver, a pesar de los intentos de la unificación de la nomenclatura, en el sector cosmético seguimos lidiando con una multitud de definiciones y certificaciones para los productos que son demandados por el consumidor: respetuosos con el medio ambiente y con la salud humana.
Los claims “natural”, “ECO” o el más nuevo – “sostenible”, son interpretados como positivos por los clientes, y son altamente recomendables de poner en el packaging de tus productos. Pero debemos de aplicarlos con responsabilidad y evitando el greenwashing.
La mejor manera de adaptar tus productos a cualquiera de estos conceptos con toda la rigurosidad que se merecen es hacerlo con asistencia de expertos en la materia para lograr los mejores resultados.
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