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La acumulación de microplásticos es una de las principales preocupaciones actuales referente a la salud humana y medioambiental. Los microplásticos tardan más de 1.000 años en descomponerse y hoy seguimos desconociendo sus efectos directos e indirectos sobre la salud de la fauna acuática y de los consumidores.
Es por lo que la European Chemicals Agency (ECHA) ha propuesto recientemente restricciones a su uso, pendientes de ser aprobadas a lo largo del 2021. Esta medida podría reducir la emisión de microplásticos en más de 400.000 toneladas en 20 años, aunque no viene exenta de ciertas críticas.
¿Qué son los microplásticos?
Los microplásticos son partículas de plástico minúsculas, cuyo tamaño suele medir menos de 5 milímetros.
Se clasifican en dos categorías diferentes en función de su origen: los microplásticos primarios, que se producen directamente como micropartículas y se liberan en el medioambiente en esta forma, y los microplásticos secundarios, que proceden de la descomposición de objetos de plástico más voluminosos.
La principal fuente de los microplásticos primarios son las resinas que sirven como materia prima para fabricación de productos plásticos y los productos de cuidado personal, como por ejemplo los exfoliantes faciales, geles de baño, productos de afeitado etc.
Los microplásticos secundarios se producen a parir de productos cotidianos que nos rodean, como bolsas de plástico o botellas,, pero también durante el lavado de textiles sintéticos, o como resultado de degradación de neumáticos de nuestros vehículos. Representan entre un 69% y 81% de los microplásticos encontrados en los océanos e ingeridos por los animales marinos.
Se calcula que la industria cosmética usa 8.700 toneladas de microplásticos al año, de los cuales la mayoría acaba depositada en sistemas acuáticos. Según una publicación reciente (Whitehead et al. 2021), solamente el Río Támesis en UK recibe una carga total de 100 toneladas de microplásticos al año. Hay que tener en cuenta que, una vez llegados al medio ambiente, los microplásticos son altamente persistentes y es prácticamente imposible eliminarlos. Incluso los llamados “biodegradables” en muchos casos requieren condiciones muy concretas para descomponerse, las cuales no se dan en medio marino.
Los microplásticos, un riesgo potencial para la salud humana
Según la evaluación de la ECHA, los microplásticos añadidos voluntariamente tienen más probabilidades de acumularse en el suelo, a través de las partículas concentradas en los lodos de depuradora, utilizados luego como abono. Tanto los microplásticos acumulados en los suelos, como los liberados directamente a las aguas residuales acaban siendo llevados finalmente a las aguas marinas, donde están presentes ya en lugares tan remotos como las regiones polares o las aguas oceánicas profundas.
Las partículas de microplásticos se acumulan en cuerpos de animales acuáticos, desde mejillones hasta los peces, y son luego ingeridos por nosotros. Liberan también sustancias químicas, que se acumulan en tejidos de los animales. Al día de hoy desconocemos su efecto en nuestro organismo. Desde el punto de vista de la salud de toda la cadena trófica, incluidos los humanos, son especialmente preocupantes los nanoplásticos – las partículas aún más pequeñas generadas por la degradación de los microplásticos. Su impacto en la salud humana todavía no se conoce, pero ya genera preocupación de los científicos, ya que el tamaño minúsculo de las nanopartículas les permite potencialmente entrar en las células de organismos vivos. Todo esto genera la desconfianza y preocupación de los consumidores finales.
Los microplásticos en cosmética
Actualmente los microplásticos se encuentran en casi todas las aplicaciones posibles de productos cosméticos, cumpliendo diferentes funciones. Las partículas de plástico en los exfoliantes ejercen un efecto de exfoliación en la piel y estimulan el tejido conjuntivo cansado. Están presentes en productos de limpieza, por ejemplo, en limpiadores faciales o geles de baño, y en pastas dentífricas.
Cumplen funciones de control de opacidad y de dar a los productos un tacto sedoso o empolvado. Aportan también efecto iluminador a la piel. Se usan en productos skin care, pero también en cosméticos de color, como pintalabios, polvos o bases de maquillaje y productos hair care.
Se ha calculado que la industria cosmética consume únicamente el 2% de los microplásticos. Aun así, los consumidores de cosmética son cada vez más conscientes del daño que éstos provocan al planeta y califican con el mismo grado de gravedad los productos que contengan microplásticos, independientemente de la industria de la que provengan. Es más, un consumidor promedio suele ser familiarizado con la presencia de microplásticos en cosméticos, pero no en otros productos de uso cotidiano (ej. detergencia, fibras de textiles etc.). De ahí la presión ejercida por consumidores para disminuir el uso de microplásticos es mucho más intensa en sector cosmético que en otras industrias.
Cambios legislativos
Después de algunos años de evaluación y decisiones legislativas de países individuales, la Unión Europea está tomando pasos firmes para limitar el uso de los microplásticos en cosmética, así como en detergencia, pinturas y pesticidas. La ECHA ha publicado recientemente su opinión final sobre este tema y se abren las puertas a que la Comisión Europea (CE) cree una ley que limite el uso de estas micropartículas. Se espera que durante la primera mitad de este año (2021) la CE publicará el borrador de la ley, que luego se someterá a la aprobación por los países miembros.
La propuesta de la ECHA tiene ciertas lagunas desde el punto de vista medioambiental. Excluye de la definición de microplásticos a los polímeros solubles en agua y polímeros líquidos, a pesar de que éstos pueden ser resistentes y tóxicos, y pueden pasar a formar partículas insolubles en el medio ambiente. Inicialmente se excluye también las partículas más pequeñas de 100 nm, a pesar de que son las que más dudas generan a cerca de sus efectos en las células vivas. ECHA propone también excluir de la prohibición a los polímeros (bio)degradables y naturales.
La ECHA propone unos largos periodos de transición para diferentes sectores. En caso de industria cosmética, serían 4 años para abandonar el uso de los microplásticos en los productos rinse-off, 6 años para productos leave-on, y por lo menos 5 años para encapsulaciones de fragancias.
A pesar de las controversias y largos periodos de transición, la futura ley sobre el uso de microplásticos supondrá un paso más en nuestro camino hacía la industria sostenible y medioambientalmente responsable.
Alternativas a microplásticos
Actualmente existen varios proyectos que pretenden ofrecer alternativas a los microplásticos en cosmética.
A inicios de 2018 se finalizó el proyecto de investigación KosLigCel, que buscaba producir partículas de celulosa biodegradables de madera de haya, avena, trigo, maíz y que a la vez también cumplan con las condiciones de abrasividad y eficacia de limpieza en productos skin care y oral care.
Se estudia también algunos polímeros naturales, como quitina o alginatos, para sustituir las micropartículas de polímeros sintéticos. Es el caso de alginatos de calcio, para los cuales se demostró su rápida degradación en aguas marinas al cabo de 28 días.
El remplazo de los microplásticos se convirtió en un reto para las empresas productoras de ingredientes desde hace ya varios años, y ahora supone una oportunidad cada vez mayor para las empresas cosméticas. Para ello es ideal contar con expertos en innovación y desarrollo cosmético como Bloometíc que nos pueden ayudar identificar cuáles son las alternativas que mejor se adecuan a nuestro producto.
Este cambio, ahora más que nunca, significará una mayor aceptación de nuestros productos por parte de clientes, a la vez que una mejora en grado de sostenibilidad de nuestros procesos.
Bibliografía:
Whitehead et al. 2021. Modelling microplastics in the River Thames: sources, sinks and policy implications. Water 13: 861.
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